Mi nombre es Liza Nadine Figueroa Bueso, tengo 44 años, madre de cinco, Nadia Sofia de 19 años, Natalia de 16, Mateo de 14 años, y los gemelos Michael y Mikaela de 5 años, feliz esposa por ya 21 años, seguidora fiel de nuestro Señor Jesucristo. Nací de buenos padres en la ciudad de San Pedro Sula el 7 de septiembre de 1976, siendo la hija mayor de la familia Figueroa Bueso.
Mi padre, originario de Pinalejo, Santa Bárbara, fue un Ingeniero Agrónomo (QEPD) mientras mi madre, originaria de Santa Rita de Copán se dedicó a la crianza de mis dos hermanos, mi hermana y yo. Mi niñez fue una mezcla de vida en el campo y la ciudad, entre las plantaciones de caña de azúcar, las fincas de café en Pinalejo y la vida de colegio y universidad en San Pedro Sula, ello me dio la oportunidad de crecer entre personas maravillosas de todas las condiciones de vida. Inicié mis estudios en la carrera de Arquitectura, la cual dejé con apenas 6 clases por culminar para contraer matrimonio con Jorge Francisco Molanphy y formar una familia. Al paso de los años, mientras mi familia crecía con mis dos primeras hijas, encontré mi vocación y pasión en la educación. Fungí como asistente de preescolar, maestra de primer grado y supervisora de educación primaria por más de 15 años durante los cuales estudié en Pensacola Christian College, Universidad Tecnológica de El Salvador y Centro de Formación docente de San Pedro Sula, especializándome en procedimientos de educación general y educación inclusiva.
Estar rodeada de tantos niños durante tanto tiempo y la oportunidad de estar en casa con los míos me dejó claro que soy y vivo por ser mamá. Si bien por momentos me he sentido insegura por no tener una carrera académica formal, el tiempo y servicio me han permitido entender que mi profesión y llamado era la formación de mis hijos y hogar lo cual para mí ha sido como cualquier carrera profesional. Desde iniciar un trabajo o proyecto nuevo sin conocer el manual de operaciones, aprendí a ser madre, dando tropiezos, aprendiendo a ser paciente cuando las cosas no salen exactamente como yo quiero. Como en cualquier empresa, cualquier carrera o cualquier emprendimiento, siendo madre he aprendido la necesidad de trabajar y fortalecer a mi equipo, desde mi esposo hasta el más pequeño de mis niños. Escuchando cada necesidad, entendiendo cada personalidad y cada sueño, no ha sido fácil guiar este barco por este océano que llamamos vida.
Me considero una mujer sencilla, pero con una interminable ambición por servir. Hace un año y medio nos trasladamos a otro país, en donde estaríamos iniciando desde cero, con una visa de trabajo en la cual solamente mi esposo podía trabajar así que continué criando a mis hijos con mucha más dedicación, pero buscando como poder sentirme feliz conmigo misma. Encontré tiempo y cuidé de mí personalmente y así fue como inicie una nueva aventura en una empresa de productos de cuidado de la piel, sintiéndome querida y encontrando amistades en un nuevo lugar. Como mujer, siento que tenemos una lucha grande para poder ser escuchadas y vistas como tal, para aquella que se queda en casa siendo madre y mujer al mismo tiempo, tomándonos el tiempo que necesitamos para atender las diferentes áreas de nuestra vida sin dejar a un lado el ser Madre.
Mujeres, mi lucha conmigo misma ha sido grande queriendo ser “alguien” cuando lo he sido toda mi vida sin ver que lo he tenido todo desde siempre y que Dios me ha guiado y llevado de la mano formando seres especiales como lo son nuestros hijos, formando personas de bien para una mejor sociedad y futuro.
Liza